jueves, 5 de febrero de 2009

Luis de Camoes: Poeta portugues (1524 -1580)


Luís Vaz de Camões

Se cree que nació en Lisboa en 1524. Hijo de Simao Vaz de Camões y de Ana de Sá e Macedo. Cursó estudios en la universidad de Coimbra y en 1542 partió para Lisboa, donde frecuentó la corte de Juan III, revelando en ella su genio poético y de donde tuvo que exiliarse en 1546, debido a una aventura amorosa.
En 1547 inició su carrera militar y en 1550, regresó a Lisboa, donde fue encarcelado por una reyerta callejera. Cuando tres años después consiguió la libertad, embarcó para la India. Le enviaron a Macao, aunque en 1558 fue acusado de extorsión y regresó a la India. Sobrevivió a un naufragio y regresó a Portugal, vía Mozambique, en 1570, con el manuscrito de su poema épico intacto. Se publicó dos años más tarde.
Falleció en Lisboa, el 10 de junio de 1580.

Os Lusiadas, escrito en diez cantos en octava rima, se inspira tanto en la Eneida, el poema épico de Virgilio, como en Orlando furioso, del poeta italiano Ludovico Ariosto. Enlazadas con la historia del viaje de Vasco da Gama aparecen intensas referencias narrativas y proféticas a otros acontecimientos de la historia de Portugal, y también a determinadas ideas cristianas y humanistas. Aunque la obra ensalza las hazañas de los hijos de Lusus esto es, los lusiadas, o portugueses, también refleja la amargura con respecto a los aspectos más crueles del colonialismo portugués. El mismo tono de pesimismo impregna mucha de su lírica y las pocas cartas que nos han llegado.

También escribió tres obras de teatro, dos de ellas basadas en modelos clásicos. El tema principal de su poesía es el conflicto entre el amor apasionado y sensual y el ideal neoplatónico.


Poema de Luis de Camões :


“Pede o desejo…”

El deseo a pedir viene que os vea.
No sabe lo que pide; está ofuscado.
Tanto mi amor, Señora, es afinado,
que no es dable saber lo que desea.

Cosa no hay por mínima que sea
que no quiera tener perenne estado;
al deseo no urge lo deseado,
para que nunca falle su tarea.

Mas, este puro afecto en mí no medra;
y como es ley para la ruda piedra
buscar su centro por naturaleza,

lo mismo el pensamiento por la humana
parte que de mí toma, se avillana
para incurrir, Señora, en tal flaqueza.

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